Todo inició cuando a ambos nos correspondía organizar la misa de los movimientos de la iglesia a la que pertenecíamos, para ello, empezamos a tratarnos, pero solo lo necesario. Luego de un tiempo, quedamos seleccionados para llevar a cabo el Encuentro de Adolescentes con Cristo, esto nos volvió muy cercanos, nos convertimos en los mejores amigos.

Por Diosidencias de la vida estudiábamos en la UCLA carreras distintas pero el mismo decanato, por lo que siempre nos encontrábamos en nuestras horas libres (hablábamos una hora de la organización del encuentro y dos de nuestras vidas) ¡la conexión era increíble!

Un día, terminamos teniendo lo que ahora llamamos nuestra primera cita sin saberlo, gracias a una apuesta de un helado. Allí en la heladería Jean me preguntó ¿tú nunca has pensado que podemos estar juntos? quedé en shock y le pregunté ¿por qué?, a lo que él me respondió: ¡Porque yo sí!

Luego de conversarlo, tomamos la decisión de seguir siendo amigos pese a lo que sentíamos el uno por el otro, ya que formalizar un noviazgo implicaría que alguno de los dos tendría que renunciar a la labor que estábamos realizando, la cual en ese momento era nuestra prioridad por lo que decidimos dejar todo en manos de Dios.

Y así fue, todas las formaciones, reuniones y encuentros salían de la mejor manera porque al parecer, juntos lográbamos grandes cosas.

Poco más de un año, días antes de dejar la coordinación conversamos sobre nuestros sentimientos y decidimos comenzar a salir, pero poco después entramos en pandemia. Durante esta etapa fuimos un apoyo emocional e incondicional el uno para el otro, Jean me visitaba respetando todo el protocolo de bioseguridad, iba a mi casa en bicicleta debido a la escasez de gasolina que había en ese entonces, recuerdo que el tiempo nos quedaba corto, ya a las 12 del mediodía él tenía que irse por las normativas de pandemia.

Pero no fue sino hasta semanas después que Jean dio el primer paso y oficialmente me propuso ser su novia el 18 de abril de 2020.  Desde ese momento todo comenzó a crecer, iniciamos nuestros emprendimientos, yo como repostera y Jean Cesar como entrenador personalizado.

Dios ha sido quien nos ha unido, él nos ha hecho crecer, como personas y como pareja. En 2022 realizamos dos encuentros de novios y novias, en abril Ágape y en julio ENN de los encuentros familiares de Venezuela, después de haber participado, la relación estaba más fortalecida que nunca, la comunicación, el aceptar nuestras fortalezas y debilidades y fue así como sentíamos el llamado que Dios nos hacía a ser esposos.